viernes, 13 de noviembre de 2009

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viernes, 23 de octubre de 2009

Mis frases del día

Ser original es una virtud, querer serlo es un defecto.
Anónimo

El escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar.
René de Chateaubriand

domingo, 18 de octubre de 2009

Día de la Hispanidad



El 12 de octubre se celebró el Día de la Hispanidad y fui a ver el desfile militar. No me gustan nada las armas, me considero pacifista y odio los tíos vestidos de uniforme, pero me encanta todo lo que vuela: el dinero, los pájaros y los aviones. Los espectadores se distribuían como hormigas en formación a lo largo del recorrido, ondeando banderitas patrióticas, subidos a las vallas y a los quioscos, y dándose codazos para lograr ver alguna cosa por encima de tantas cabezas. Entre el gentío, de puntillas y pisoteando un bonito césped que cuando termine el desfile seguramente ya no será tan bonito, conseguí de lejos ver unos soldados muy elegantes que vestían con chaquetas azules. Qué monos, pensé. Van muy a la moda. Ese es el color que se lleva este invierno. A mi lado un hombre dijo en voz alta.
—Gorras blancas, de la Marina.
Claro, me dije. Ya decía yo que tenían un aire a Richard Gere en la película Oficial y Caballero. Empezaba a aburrirme cuando el zumbido de un avión cruzó de sur a norte la Castellana. Menos mal, ya se anima la cosa. Le siguieron un grupo de avionetas que dejaron escapar un torrente de humo de colores desde su cola y formaron en el cielo la bandera española. ¡Bien! Más caña, más caña, pedía yo. Poco después cuatro aviones más sobrevolaron el cielo de Madrid, pero eran aviones mucho más grandes que los anteriores y volaban más despacio. Un hombre por delante de mí le explicaba la razón a su hijo de cinco años.
—Estos son de avistamiento.
Ajá, ahora lo entiendo, porque si volaran más deprisa no les daría tiempo a ver nada. Varios aviones y algún que otro helicóptero siguieron apareciendo, pero, para mi sorpresa, lo único que hacían era volar. ¿Pero es que no viene la Patrulla Águila para hacer una exhibición?, estuve tentada de preguntarle al de mi izquierda. Treinta minutos después estaba cansada de ver tanques, vehículos militares e hileras de soldaditos firmes y con la mano derecha formando una escuadra, así que decidí dar una vuelta. Al regresar a la acera vi a tres hombres vestidos con unos trajes de camuflaje de color gris. Parecían el mismo repetido, todos igualitos y con el pelo recién cortado. Me hizo gracia que, cuando el primero de ellos pasó por delante de mí, me fijé que llevaba su nombre escrito en la solapa de la camisa. Benjamín, podía leerse. Qué curioso, como a los niños pequeños, le han puesto su nombre en el babi.
Cuando iba a acceder al metro en Nuevos Ministerios, me di cuenta de que el centro comercial estaba abierto y entré: al fin y al cabo el dinero es lo que más rápido vuela.

sábado, 17 de octubre de 2009

Clase magistral con Alessandro Baricco

El pasado uno de octubre fue la inauguración del Master de Narrativa. Era la primera vez que pisaba el edificio situado en el número dos de la calle de Francisco de Rojas de Madrid, y ascendía por la solemne escalera de madera, tan pesada y, a la vez, hermosa como el saber de los libros que se exhiben en las estanterías de la Escuela de Escritores situada en el primer piso.
Ya había asistido alguna vez a una conferencia impartida por un escritor, aunque siempre con ocasión de presentar su última novela. Pero una clase magistral... eso sonaba distinto. Sí, me dije, esto tiene que ser otra cosa seguro.
La conferencia, traducida del italiano de forma muy amena por uno de nuestros profesores, me gustó mucho, aunque tengo que confesar que me supo a poco, quizá porque yo estaba pensando en lo que venía después. Baricco me pareció una persona sincera, reflexiva y cercana. Sin aires de señor literato ni extravagancias de poeta. Uno más, vaya. Después vino la clase y, no sólo no me decepcionó, sino que me quedé con ganas de seguir escuchándolo o incluso de invitarlo a cenar, aunque deduje enseguida que debía conformarme con llegar pronto a casa para leerme alguno de sus libros. He de confesar que había leído “Seda” y no me asombró. Como me ocurre a menudo, los libros que más éxito tienen entre el público a mí no acaban de convencerme. Pero, tras la clase, le he concedido una segunda oportunidad y he empezado a leer “Océano mar”, al que pienso prestarle toda la atención que requiere por parte de un conato de escritora.
De su conferencia me quedé con una frase, en la que dirigiéndose a nosotros, los alumnos, nos advertía de que quizá un día en la escuela, una lección, un profesor, una sola frase, nos abrirá los ojos; y en ese momento sentiremos que nuestra vida cambia por completo. Yo le creí, porque pienso que, al fin y cabo, las cosas más importantes de la vida suceden en solo instante.

jueves, 1 de octubre de 2009

Siempre hay una primera vez

Hoy he ido a mi primera clase de funky. ¡Uf! Qué difícil. Sólo con intentar memorizar la coreografía y aprenderte los pasos ya es mucho, encima darle "rollito" ni te digo. De tanto repetirlo, eso sí, haces bastante ejercicio. Brazos arriba, piernas abajo. Es un poco como estar en clase de aeróbic, sólo que bastante más divertido que ir a un gimnasio. Bueno, seguiré un par de meses de prueba y a ver cómo me va.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Mi frase del día

La confianza perdida es difícil de recuperar porque la confianza no crece como las uñas.
Johannes Brahms

martes, 8 de septiembre de 2009

Visita al mundo IKEA

La primera sensación que he tenido al entrar en IKEA era que no entraba en una tienda de muebles, sino que visitaba una exposición o iba a ver un espectáculo, como si entrara dentro de la carpa de un circo. Señoras y señores pasen y vean. ¡Bienvenidos al maravilloso mundo de IKEA!
Ya me habían comentado que no era una tienda al uso, donde hay un dependiente de sonrisa eterna que quiere venderte lo que sea y cuanto antes mejor, sino que tú vas caminando por un recorrido donde primero ves las cosas, las vas apuntando en las casillas de un papelito minúsculo, y luego las cojes y te las llevas a casa. Realmente está hecho para tontos, con un pasillo pintado de gris y unas flechas indicando la dirección que debes de seguir, no sea que te extravíes del camino marcado, todo como muy procesional vamos. La filosofía de la marca Sueca es que consiguen ofrecer misma calidad a menor precio, porque te lo preparan todo embalado en paquetes planos (encima ahorran espacio) y lo montas después tú mismo en casa. Así ellos no tienen que pagar al montador o al transportista, y ahorran costes. Por cierto, también se ahorran los tornillos que por supuesto los puedes encontrar en otra sección del establecimiento. Esto de que se ahorran al montador y al transportista te lo sueltan tan tranquilamente, porque imagino que en Suecia el índice de paro debe estar muy por debajo del español. Ahora, eso sí, lo de que la calidad sigue siendo la misma me lo tendrían que explicar con más detalle.
Yo iba a comprar unas toallas de baño que valían solo tres euros, pero de repente me dije no, un momento, allí hay unas más baratas (algo más finas, eso sí) que valen dos euros y medio. Increíble, pensé. Cuando ya las había metido en el carro avancé unos metros y de lejos leí en un cartel que otras toallas valían sólo euro y medio. ¿Cómo es posible?, me dije. ¡Si las de dos euros y medio ya son casi trasparentes! Mientras me acercaba ya me estaba imaginando la situación: claro, como todo tiene la misma calidad porque me lo monto yo en casa, esas toallas estarán sin hilvanar y pondrá un cartelito donde diga "puede usted encontrar hilo y agujas de coser en la sección de costura". Pero no, lo que me encontré no puede llamarse toallas, sino pañuelitos hechos con tela de baño.
En conclusión, para montarte el pisito de estudiantes, o una segunda residencia bueno, pero no esperes que algunos acabados de madera al cabo de un año estén como el primer día ni aunque pases el quita-arañazos. Eso sí, como experiencia, para pasar una mañana de sábado, comer y hartarte de café gratis si tienes la tarjeta Ikea Family, no está mal.